Comenzamos la mañana en el pueblo segoviano de Ayllón, es un típico pueblo castellano con una bonita plaza, donde tomamos café para tomar fuerzas antes de empezar a andar.
Después nos dirigimos al mirador de La Galiana, poco recomendable para la gente que sufre de vértigo, las vistas desde este mirador son impresionantes.
Una vez visto desde arriba, iniciamos el recorrido desde Valdecea hasta el Puente de los Siete Ojos (aproximadamente diez kilómetros).
El parque constituye un singular espacio y por la espectacularidad de su relieve está considerado como uno de los paisajes más bellos de España.
Empezamos el recorrido por un cómodo camino que nos condujo, tras atravesar un puente de troncos, a la ermita cisterciense de San Bartolomé fechada a principios del siglo XIII. Fue una iglesia-convento de los templarios, de estilo románico tardío. Tras la suspensión de la Orden del Temple fue confiscada y convertida en abadía.
Al lado de la ermita hay una enorme caverna
Una vez que visitamos la caverna, continuamos remontando el curso del río, admirando sus transparentes aguas llenas de grandes hojas de nenúfares, disfrutando del espectacular paisaje, de sus escarpados paredones, donde pudimos ver varios nidos de buitres, los cuales nos acompañaron durante todo el trayecto revoloteando por encima de nosotros.
Hay que vadear el río en varias ocasiones y cruzar puentes de troncos y piedras. En algunos tramos el río desaparece , apareciendo de nuevo a pocos kilómetros.
A la mitad del camino, hicimos una parada para comer y reponer fuerzas, como en estos parajes no existen restaurantes ni chiringuitos, nos llevamos una mochila con nuestras viandas, que a decir verdad nos las comimos con gran apetito, después de la intensa caminata.
Después de descansar un rato, emprendimos de nuevo el camino, pues nos quedaban unos kilómetros, hasta llegar hasta nuestro destino, el puente de los siete ojos.
En todo el recorrido no acompañaba un guía, que nos explicaba con todo tipo de detalles, todo lo refente al paisaje, flora y fauna que íbamos encontrando.
Para terminar la jornada, nos dirigimos al bonito pueblo del Burgo de Osma, villa declarada de interés turístico y conjunto histórico-artístico. Lo primero que vemos al llegar son los restos de sus murallas. Ya dentro del casco antiguo llama la atención que casi todo el centro es peatonal, sus calles son empedradas y la mayoría de sus edificaciones cuenta con bonitos soportales y preciosos balcones de madera.Tiene dos plazas unidas por la calle Mayor, una la plaza Mayor y la otra la de La Catedral.
Después de hacer unas compras para llevar a casa un recuerdo del viaje, pusimos rumbo a Torrejón.